18 dic 2008

Un artillero con dignidad




De entrada sepan que el RAMIX-91, uno de los regimientos de Artillería de mayor abolengo de España, que tiene su sede en Palma de Mallorca, se cierra. Uno más que cae víctima de los enemigos de España y que lo hará, como otros muchos antes, a la chita callando, no sea que alguien se entere.

Pero el motivo de esta noticia, que les damos en exclusiva, no es ese, por triste que sea, sino otro.

- Sí, le hablo de Madrid, del Cuartel General de Ejército. Soy el Coronel... (como pueden comprender la línea telefónica tiene ruidos y por eso el nombre no se entiende bien). Sí, deben embalar todo lo que les queda y distribuirlo por aquellos departamentos donde mejor corresponda, por ejemplo los archivos y la documentación a Capitanía por ahora; los vehículos al parque, etc., etc.

- ¿Y la Bandera del Regimiento?

- ¡La Bandera del Regimiento! Pues sí, claro, la Bandera del Regimiento también, claro, la empaqueta y la manda a Capitanía, hasta que se vea qué se hace con ella...

- Ya, pero para retirar la Bandera de su urna, donde se guarda y luce en la Sala de Banderas, hay que cumplir con unas normas y ellas exigen formar la Unidad, aunque sólo sean los cuatro gatos que quedamos, una Banda de música y una Guardia de honor que....

- Bueno, hombre, eso era antes, quiero decir que eso es un decir. La Bandera...

- Mire usted, Coronel... (otra vez el ruido de la línea). La Bandera del RAMIX-91, entérese bien y no le quepa la menor duda, mientras dependa de mí y sea de mi competencia, no sale de su urna si no es custodiada por la Guardia y ésta con la bayoneta calada y las armas en presente rindiéndole los honores debidos, mientras la Banda de música toca el Himno de España y con el Regimiento, o lo que queda de él, formado y de gala, y si no nos mandan una Banda, que no tenemos ya ni un pobre Corneta, pues entonces los que quedamos tararearemos y diremos chunda, chunda, y si no es así esa Bandera seguirá en su urna hasta que las ranas críen pelos, cojo... (otra vez el ruido de la línea, qué mala suerte)....

- ¡Cloc! (ruido del teléfono al cortarse bruscamente la comunicación).

Les podemos asegurar que inmediatamente han preguntado quién es el Jefe del Regimiento y qué se puede hacer. El problema es que no tiene opción al ascenso a General, por lo que se encuentra libre como un pajarito. Parece ser que van a esperar que pasen unos días y, cuando no esté ya, mandarán a un propio desde Capitanía para que meta la Bandera del RAMIX-91 en una puñetera caja de zapatos y... hacerla desaparecer para siempre en la seguridad de que muchos “militares” mirarán, una vez más, para otro lado; total, el cuello ya lo tienen que parece un sacacorchos de tal práctica.

Por Paco Berrocal


Fuente: http://www.altoyclaro.com/ (18.12.08)

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15 dic 2008

El papiro 7Q5


«Teniendo en cuenta el original hebreo, el griego de los Setenta –la clásica versión griega del Antiguo Testamento que se remonta a tiempos precedentes al cristianismo– y las precedentes versiones latinas, san Jerónimo, apoyado después por otros colaboradores, pudo ofrecer una traducción mejor: constituye la así llamada “Vulgata”, el texto “oficial” de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el concilio de Trento y que, después de la reciente revisión, sigue siendo el texto latino “oficial” de la Iglesia».

Benedicto XVI, Audiencia General (Miércoles 7 de noviembre de 2007)





Entrevista al p. José O’Callaghan, S.J. por Germán McKenzie González. Lima, Mayo - Agosto 1995

• Los hallazgos de las 11 cuevas de Qumrán cerca del Mar Muerto, en Palestina, ocurridos de 1947 a 1956, han representado ciertamente un acontecimiento de la mayor importancia para la mejor comprensión de la Sagrada Escritura y del ámbito histórico en el que se desarrolló la Iglesia de la primera hora.

• Se trata del más grande descubrimiento de manuscritos antiguos. Son textos de la biblioteca de la comunidad de Qumrán, una suerte de monasterio en el que, en opinión de los más destacados especialistas, un sector del grupo de los esenios llevaba una vida dedicada al trabajo y la oración. Sus habitantes pertenecían a uno de los principales grupos religiosos en que se dividía el judaísmo anterior a la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70 d.C.

• La casi totalidad de los textos y fragmentos contenidos en las 11 cuevas del complejo qumránico está redactada en hebreo y arameo y son pergaminos (es decir, pieles tratadas utilizadas para escribir). Sólo la cueva 7 –descubierta en 1955– presenta la particularidad de contener en su totalidad papiros (una suerte de papel confeccionado en base a la planta cyperus papyrus), y además escritos en griego.

• Es precisamente esta cueva la que llamó la atención del experto papirólogo José O’Callaghan, sacerdote jesuita español que inició su investigación en ella cuando elaboraba un catálogo de los papiros que contienen secciones de la llamada Versión de los Setenta, una traducción del Antiguo Testamento al griego preparada en Alejandría por los judíos en el siglo III a.C., para su utilización entre sus hermanos de religión más familiarizados con el griego que con el hebreo o arameo.

• Apasionado por la investigación papirológica, el p. O’Callaghan se sumergió de lleno en la cueva 7, familiarizándose con los fragmentos allí contenidos. Un día comenzó a aprovechar sus ratos libres para –como él mismo lo dice– “entretenerse” ensayando una identificación del papiro inventariado con el número 5, es decir, determinar de qué libro del Antiguo Testamento formaba parte ese trocito de papiro. Éste estaba datado a más tardar como del año 50 d.C. y mide 3.9 cm. en su parte más alta y 2.7 cm. de ancho. El punto de partida para el estudioso fue la combinación de letras “nnes”, que aparecía claramente legible en la cuarta línea.

• Tras sucesivos intentos fallidos en los lugares que consideraba más probables, tuvo la idea de buscar entre la literatura del Nuevo Testamento. Al principio no encontró nada, pues su clave de búsqueda se orientaba hacia las genealogías, pero luego vino la sorpresa. En un primer momento el resultado lo mantuvo entre el asombro y la incredulidad: el 7Q5 correspondía a Mc 6,52-53.

[Evangelium secundum Marcum 6: 

[Latine] 52 non enim intellexerant de panibus, sed erat cor illorum obcaecatum. 53 Et cum transfretassent in terram, pervenerunt Gennesaret et applicuerunt.

[Español] 52 pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada. 53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron].


• Tras nuevas y más rigurosas investigaciones, y reiteradas interconsultas con otros expertos, en 1972 publicó un artículo en el que explicaba los resultados de su trabajo. Éste se extendió al intento de hallar otros fragmentos neotestamentarios, por consejo de académicos con los que iba consultando. Al lado de la clara identificación del 7Q5, buena parte de los otros intentos de identificación de los papiros griegos de la cueva 7 quedaban algo inseguros. Se inició así una intensa polémica, sorprendente por la aspereza y la abundancia de argumentos ad hominem más que científicos utilizados por algunos de sus opositores. Posteriormente se hicieron mayores estudios. Hoy, luego de más de 20 años, las rigurosas investigaciones de O’Callaghan vienen siendo respaldadas por más y más papirólogos de renombre. A pesar de ello todavía ofrecen resistencia numerosos biblistas, qumranólogos y críticos textuales. Las conclusiones definitivas del p. O’Callaghan, a publicarse hacia el mes de setiembre de este año, no han hecho sino confirmar aquella identificación inicial del 7Q5 como correspondiente a Mc 6,52-53.

• Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid, Doctor en Filología Clásica por la Universidad de Milán, el p. O’Callaghan ha enseñado en importantes centros de estudio europeos. Es profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde enseñó Papirología y Paleografía Griega, y Crítica textual. Allí fue también Decano de la Facultad Bíblica. Actualmente se desempeña como Director del Seminario de Papirología del Instituto de Teología Fundamental de Sant Cugat del Vallès, en Barcelona.

• ¿Cuál es la razón de tanto revuelo? ¿Cómo se fue madurando la identificación del 7Q5 hasta las conclusiones definitivas? ¿Qué implicancias tiene para la ciencia bíblica el hallazgo de un fragmento de un texto del Evangelio según San Marcos datado a más tardar como del año 50 de nuestra era? Éstas y otras interrogantes fueron abordadas en la entrevista que amablemente concedió el p. O’Callaghan a “Vida y Espiritualidad”.

¿Cómo sintetizaría usted el significado de haber identificado el fragmento 7Q5 con Mc 6,52-53?

El aporte al haber identificado el 7Q5 es la aproximación al Jesús histórico que éste nos permite. Según algunos estudiosos estaba cortada la línea de unión con el Cristo histórico, porque no sabríamos nada de Él. Pero resulta que si ahora tenemos un papiro del año 50 d.C. del Evangelio de San Marcos, como dice muy bien la destacada papiróloga Orsolina Montevecchi, que a lo más está datado unos 20 años después de la muerte del Señor, y si éste también nos habla de tres milagros del Señor, entonces tocamos ya, con el testimonio de un papiro, al Cristo histórico.

¿Podría contarnos algo del camino que ha recorrido desde 1972 y que culmina con la confirmación científica de esta identificación?

Me pasó aquí lo que me ha pasado otras veces, más aún antes, cuando en mi ciencia se trabajaba sin ayuda de la informática y las cosas eran más difíciles. A veces en los momentos de dificultad científica, cuando no se ve clara la salida a un problema y asoma el desánimo, viene una intuición particular que esclarece la situación, que ilumina el camino y halla algo nuevo. Algunos me han preguntado si ha sido una gracia especial de Dios. Y yo respondo: gracia de Dios, sí, porque todo lo que tengo y realizo es en el fondo gracia de Dios, pero no inspiración divina particular. Yo honradamente creo que no. Ha sido una intuición científica, evidentemente, por la cual doy gracias a Dios.

La primera recepción de mi artículo aparecido en la revista Biblica: ¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?, del año 1972, fue muy polémica. Entonces personas de mucha autoridad científica me dijeron textualmente: “Ni usted ni yo veremos el final de la polémica internacional, porque es fortísima. Va usted contra la opinión internacional”. Opinión internacional, por lo demás, ubicada entre la mayor parte de los estudiosos de la Biblia en el campo protestante y en el campo católico.

¿Estamos hablando de la perspectiva de R. Bultmann, que establece una separación entre el Jesús histórico, que sería absolutamente inaccesible, y el Cristo de la fe, que sería para él elaboración de la primera comunidad cristiana y que es aquel que ha llegado a nosotros consignado en el Nuevo Testamento?

Pues, sí. Y entonces, claro, esto es fortísimo. En realidad el papiro es pequeño y ofrecía ciertamente dificultades. Por aquel entonces todo no se acababa de ver totalmente claro.

Al comienzo no contesté los ataques de estudiosos famosos como el profesor Kurt Aland especialmente, los de los especialistas de la Escuela Bíblica de Jerusalén, etc. Ellos me atacaban fuertemente, pero más que argumentos científicos de peso eran ataques personales de gran resonancia internacional. Yo veía, por los argumentos que me permite la ciencia de la papirología, de la que conozco, que no tocaban el meollo de la cuestión. Eran ataques de poco contenido científico papirológico.

Entonces empecé a responder con rigurosidad atendiendo a los argumentos y no a las personas, hasta que me cansé de contestar. Pensaba que perdía tiempo y energías en un debate que planteado en esos términos no valía la pena. En la revista Studia Papyrologica contesté bastante; también en la revista Biblica.

Luego el asunto se durmió porque no recibí respuesta a mis artículos de esclarecimiento. Ya no publicaban nada y se hizo un silencio sobre el tema. Sin interlocutores yo ya no respondía a nadie. El asunto quedó dormido hasta que el papirólogo anglicano Carsten Peter Thiede, profesor alemán, se presentó a mi despacho con su señora cuando yo era Decano de la Facultad Bíblica del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, y me dijo que había seguido la polémica y que estaba convencido de que los ataques que había recibido mi hipótesis eran inconsistentes. Él quería elaborar un libro sobre mi identificación.

Después de investigar por su parte, publicó un libro en Alemania del cual se ha hecho, me parece, la quinta edición. En castellano se titula: ¿El manuscrito más antiguo de los Evangelios? El fragmento de Marcos en Qumrán y los comienzos de la tradición escrita del Nuevo Testamento. La obra se ha traducido también al holandés y al italiano. Además Carsten Peter Thiede ha escrito otro libro en inglés, también traducido al francés.

El asunto, como ve, se ha difundido. Se trata de un científico de mucha categoría. Lo conozco y lo respeto mucho, como es natural.

Entonces fue él quien reanudó el tema. Éste estaba dormido, no estaba muerto. Thiede no lo resucitó, sino que más bien lo despertó de nuevo. Y así ha venido toda la nueva época del asunto del 7Q5.

¿Cuál fue la importancia del Simposio realizado en la Universidad de Eichstätt, en Alemania, en octubre de 1991?

Fue grande. Me invitaron pero no quise asistir para que los participantes tuvieran completa libertad de hablar en favor o en contra. Lo que hice fue enviar una carta, que se leyó, agradeciéndoles su interés y ofreciendo mis oraciones para que encontraran la verdad. Allí grandes eminencias estuvieron a favor de la identificación, otros no, pero en general la opinión fue favorable. Me ofrecieron sus trabajos. Eran norteamericanos, alemanes, franceses, belgas... ningún italiano ni español.

Se movieron en un ambiente de alta ciencia internacional, publicando luego unas actas que, en general, estaban a favor de mi posición. Posteriormente F. Rohrhirsch publicó un libro en favor de mi identificación y en contra de la postura del profesor Kurt Aland y su escuela, quienes en su análisis informático de todos los factores relacionados al 7Q5 se habían equivocado al dar un programa a la computadora, y lógicamente la computadora, con un programa equivocado, dio resultados equivocados, inválidos.

Y entonces usted vuelve a asumir el estudio del 7Q5 en profundidad e ingresa a la última etapa que culmina con el libro que publicará en breve...

Con todos esos precedentes y demás aportes –incluso algunos que por ser a veces contrarios a mi tesis no dejo de valorar y agradecer– y con todo el material recogido de los estudiosos que han querido establecer otras identificaciones para el 7Q5, he ido ahondando en mi investigación. Gracias a un cálculo de probabilidades solicitado por mí al eminente profesor Alberto Dou, Doctor en Matemáticas y Miembro de la Real Academia de las Ciencias de Madrid, queda claro que el fragmento del papiro no puede corresponder a otros textos... ¡y es que no casaba con ninguno! Este estudio se consigna largamente en el epílogo del libro que estoy a punto de editar: Los testimonios más antiguos del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria. Allí declaro y pruebo científicamente, desde un punto de vista papirológico, que el 7Q5 es Mc 6,52-53. Y después incluyo la aportación del estudio matemático del profesor Dou. El asunto está decididamente probado y es decididamente seguro, cosa que también me ha dicho, desde el punto de vista de las posibilidades matemáticas, el mismo profesor Dou.

Hablemos sobre las diferentes objeciones y problemas planteados a la identificación. Según algunos hay un primer obstáculo y es que el estudio se hizo usando como base fotos y no el papiro mismo...

En primer lugar le voy a contestar como papirólogo. A un papirólogo no siempre le es posible viajar a San Petersburgo, a Nueva York o a donde fuera para estudiar un papiro, pues eso supone un presupuesto con el que nosotros no podemos contar. Eso es evidente. Lo que hacemos es, desde nuestros lugares de labores, trabajar por medio de fotografías, a veces infrarrojas. Eso es lo usual en papirología.

En segundo lugar, es completamente falso que yo no haya trabajado con los papiros originales. El hoy cardenal Martini, quien fuera Rector del Pontificio Instituto Bíblico cuando propuse mi identificación por primera vez, en cuanto salió el primer artículo en 1972, me pidió que fuera a trabajar una semana completa al Museo de Jerusalén. Y mi visita a los santos lugares fue en gran parte a la sala de papiros de dicho museo. Tuve, sí, el gran consuelo de celebrar la Misa en el Sepulcro del Señor, que la había preparado ya con tiempo, pero por lo demás lo que hice fue verificar lecturas en el 7Q5, lecturas que eran obvias ya en la fotografía a rayos infrarrojos. Y el mismo año publiqué un largo artículo en la revista Biblica en base a las notas tomadas en las investigaciones directas en el Museo de Jerusalén.

Y es curioso, porque –como he dicho– yo he visto y he trabajado una semana con los originales, C.P. Thiede ha estado 5 veces allá, mientras que el profesor K. Aland, cuya memoria respeto y a quien reconozco lo mucho que ha hecho en el campo de la crítica textual, solamente ha trabajado con fotografías y nunca ha ido a Jerusalén. Fue paradójicamente él quien atacó duramente mi hipótesis diciendo precisamente que mi identificación había sido realizada ¡trabajando solamente con fotografías!

Hay otro asunto papirológico y es el de las tentativas de realizar otras identificaciones del 7Q5 distintas a la suya. Allí está la de la profesora Spottorno con Zach 7,4-5. Otros estudiosos, como Julio Trebolle por ejemplo, en un libro recientemente editado, hablan de que son posibles diferentes identificaciones del papiro. ¿Qué dice usted al respecto?

Que es completamente falso. Y lo digo, como papirólogo, con toda claridad. Todo lo que afirman a nivel papirológico yo lo analizo en profundidad –como le decía– en el epílogo de mi libro. Esas alternancias que proponen, como papirólogo... ¡da pena verlas! Parece que aquí quieren, más que iluminar, desorientar y hablar por hablar. ¡Se han propuesto como identificaciones textos que no casan en manera alguna!

Siempre he dicho, desde el comienzo, que si a mí me prueban que esto no es del Evangelio de San Marcos, yo lo acepto en seguida. Pero han querido distorsionar la realidad... En la obra que está a punto de salir tengo un apartado llamado: “Presupuestos científicos para la identificación”. Y según lo que allí expongo se ve que es evidente que en las propuestas de sus alternancias no se ha tenido en cuenta lo más elemental de la metodología científica. Y esto lo digo de manera absoluta.

En concreto, de qué estamos hablando... ¿de letras que no existen en el papiro original?

Cuando uno hace una identificación, si es verdadera, ésta se acomoda a lo que se ve en el papiro, a la disposición de las letras y demás. Si la identificación no se acomoda a lo que se ve en el papiro, uno duda en seguida y dice: “Esto no es el papiro, sino otra cosa”. Estas significaciones alternativas que han propuesto en verdad dan pena en el plano científico. En el caso de la profesora Spottorno, a quien a nivel personal respeto mucho, ella reconstruye en base al 7Q5 un pasaje que no es igual al de Zacarías con el que pretende identificarlo, sino una especie de paráfrasis del mismo... Así pues, si no es el mismo pasaje, ¡cómo identificarlo con él!

En estas pretendidas identificaciones, ¿se respeta la “verticalidad de las letras” que se deriva de la medida esticométrica (número de letras por línea) del rollo al que el papiro perteneció?

No, en modo alguno. Ni la “verticalidad de las letras”, ni la lectura. Porque además de que no se acomodan al papiro, las letras que proponen no se ven en el mismo. No digo sólo que completas, ni siquiera incompletas, ni siquiera rasgos.

En papirología las letras completas no tienen ninguna dificultad; las incompletas pueden ser de lectura segura o de lectura incierta. Pero si se encuentra en un documento antiguo, por ejemplo, en nuestro alfabeto, un triángulo arriba, se completan las diagonales hacia abajo y se dice que es una “A”. Pero si se encuentra un triángulo no se puede poner allí una “S”. ¡Pues estas supuestas identificaciones alternativas hacen cosas así, es increíble!

Otra objeción es aquella que afirma que el papiro es demasiado pequeño para poder hacer un trabajo serio con él...

Esto a uno que no sea papirólogo le puede llamar la atención, pero a un papirólogo no le llama la atención porque hay papiros más pequeños, como por ejemplo el correspondiente a la Samia (cuyo código es P. Oxy. XXXVIII 2831), obra de Menandro, que mide 2.4 cm. por 3.3 cm. Para su identificación el papirólogo británico E.G. Turner modifica el texto y realiza un cambio fonético que no se encuentra en ninguna otra. Esta identificación ha sido aceptada por todos.

Hay otros ejemplos. El papiro neotestamentario publicado por C.P. Thiede, de la colección Bodmer, es muy pequeñito. Además está también el caso del papiro que fue identificado en la cueva 7 de Qumrán como del Antiguo Testamento, de la Carta de Jeremías, en el que se presenta una identificación textual que los identificadores arreglan como pueden, a base de una versión latina. Además las únicas palabras que se leen con toda seguridad allí son oun, “pues”, consecutivo, y autous, “a ellos”. En todos estos casos nadie ha puesto ninguna dificultad a pesar de ser mucho más pequeños que el 7Q5.

Hay otro asunto respecto del 7Q5 y es el de la letra incompleta que algunos han leído como una “I” y usted ha leído como “N”...

Hay una letra que yo leo como “N” en relación a la cual me dijeron los de la Escuela Bíblica de Jerusalén que aquello era –textualmente– “absurdo”. Decían que era absurdo el ver allí el trazo vertical izquierdo de una “N” –la ny mayúscula en griego es como la N en castellano–. Esto se llevó entonces al Departamento de Investigación y Ciencia Forense de la Policía Nacional de Israel, y con aparatos de la tecnología moderna, concretamente con el estéreomicroscopio, vieron que en el trazo vertical al que nos referimos, en la parte superior, descendía parte del trazo oblicuo descendente correspondiente a una N. Está, pues, científicamente establecido.

Ahora, la letra que sigue, por más que algunos vean una eta –que en el alfabeto mayúsculo griego es como una “H”– yo no la veo. Y aunque una eta en ese lugar casa perfectamente con mi identificación, como deseo ser honesto científicamente, cuando el profesor A. Dou hizo los cálculos de probabilidades que le solicité, le dije que en la posición que aquella letra ocuparía, pusiera un punto, porque yo simplemente no la veía.

El hecho de que se haya recurrido a la Policía técnica israelí, que no tiene ningún interés en la polémica, garantiza la imparcialidad de la información que sirvió para determinar la letra...

En algo, pero no en lo fundamental. La objetividad de la identificación se garantiza por el rigor científico del trabajo en su conjunto. Le diré otra cosa para que vea la honestidad del procedimiento. Siempre que publiqué un artículo defendiendo mi postura, siempre publiqué la fotografía a rayos infrarrojos. Los que atacaron la identificación nunca publicaron nada, solamente hablaban. Aquí hay ya una diferencia de proceder científico. En este deseo de honestidad se llegó a un extremo de máximo rigor científico de agotar todas las posibilidades de investigación, y se llevó así el papiro a la Policía israelí, la misma que es completamente imparcial en la materia propia de estas identificaciones.

Se ha hablado también del cambio de delta por tau que se debe realizar para obtener la identificación. Es un aspecto del que han tratado C. Roberts, Pierre Benoit, M.E. Boismard y otros.

Sí. Y cuando vi que algunos asumían esto como una objeción fui a la biblioteca del Pontificio Instituto Bíblico y escribí una nota que se publicó en la revista Biblica sobre la frecuencia del cambio delta-tau en los papiros bíblicos. Y repito lo que dijo la profesora Montevecchi, una eminencia en papirología: objetar ese cambio de delta-tau casi hace reír por lo admisible del cambio. Y es que de hecho existen numerosos casos del mismo error, incluso hasta en un grabado en griego hecho sobre piedra en tiempos de Herodes, donde es evidente que se había de tener mayor cuidado al escribir.

En el campo de la crítica interna hay otras observaciones. Una de ellas cuestiona la identificación realizada por usted porque exige la eliminación de 9 letras, aquellas correspondientes a la frase “epi ten gen” que aparece en la versión griega más común del Evangelio de San Marcos.

De esto también habla O. Montevecchi. Yo podría contestar con sus palabras, que son mucho más autorizadas que las mías y absolutamente imparciales. Si el cambio delta-tau, como he explicado ya, no significa nada extraño –y hablo como papirólogo–, omisiones como la del “epi ten gen” son un caso conocido y aceptado. El mismo C. Roberts, cuando publicó el papiro p52, aquél famoso del Evangelio de San Juan, realizó su identificación omitiendo unas letras. Y es que en el verso (Io 18,37-38) hay una repetición, en el texto originario de San Juan, que dice: “Yo para esto (eis touto) he nacido y para esto (eis touto) he venido al mundo” (v. 37). La segunda vez del eis touto, que es lectura ordinaria en el texto conservado hoy, por razones esticométricas la omitió el mismo Roberts, guiado por la “verticalidad de las letras” del texto en el margen derecho del papiro, considerando su texto como una variante más breve. Y es bien conocida la entusiasta acogida y general aceptación de la identificación del p52, correspondiente al año 125.

No quiero hablar de otros varios papiros bíblicos cuya identificación, a pesar de presentar variantes “absurdas”, ha sido aceptada por todos los especialistas. Sólo me limito a citar un trozo de papiro (más pequeño que el 7Q5), el p73 (=P Bodmer I). En este insignificante papiro, entre el recto y verso sólo se leen con seguridad ocho letras. Pues bien, la identificación de este papiro con el texto de Mt 25,43 y 26,2-3, ha sido aceptada sin ninguna dificultad. Claro que en este caso el papiro está fechado en el siglo VII.

¿No le parece digno de tener en cuenta el argumento del profesor Metzger que busca cuestionar la identificación porque, afirma, para realizarla se hace necesario aceptar dos excepciones en un pedazo muy pequeño de papiro?

¿Qué excepciones son?

La del cambio delta-tau y la del “epi ten gen”.

Esto que dice el profesor Metzger me pareció muy oportuno, porque la personalidad científica de Metzger la respeto mucho. Somos amigos. Pero el argumento que da es desencajar la cuestión. Puede ser que en un trozo de pequeño papiro haya una serie de variantes porque precisamente allí coinciden. Además, en este caso, estas variantes no tienen cuerpo, no tienen volumen suficiente para hacer dudar de la identificación porque no tienen, cada una de ellas, un peso significativo de generación de duda.

¿Es decir que, en resumen, existen papiros aceptados a los cuales se les ha concedido bastantes más excepciones y nadie se ha hecho ningún problema?

Así es. Existen muchos papiros más. Y es lo que digo siempre, y lo repito ahora: si este papiro fuera del siglo VII, sería fantástico, pero claro, es del siglo I y por ello no se acepta. Y yo sólo comprendo estas reservas por las consecuencias que trae esa aceptación.

Hay quien hablaba de una intencionalidad apologética en usted...

Si me dicen esto es como para ponerme un sambenito. Yo trabajo siempre con rigor científico y he hecho otras identificaciones, por ejemplo una que presentaron un grupo de profesores alemanes de Berlín como un trozo de prosa que yo lo identifiqué como del poeta Teócrito. Ahora me pregunto: ¿qué apologética he hecho con esta identificación? Entonces y ahora mi proceder es científico.

En el caso del 7Q5 la identificación realizada no fue buscándola, sino que simplemente se produjo. Además, el llegar a ella fue curiosidad en mi descanso... “hacer crucigramas en griego”, sencillamente.

Siguiendo adelante hablemos de las conclusiones del cálculo de probabilidades, la prueba matemática. ¿No interfiere en algo el cambio de tau por delta que usted ha señalado?

De hecho yo le advertí de esto al profesor Dou, pero hay que suplir la equivocación del escriba. Matemáticamente, sin embargo, en la primera hipótesis de trabajo (él trabaja con cinco hipótesis distintas que en conjunto dan resultados favorables a la identificación que propongo) influye poco este cambio consonántico.

En el caso de la eta que usted ha dicho que no veía claramente...

En ese caso le pedí al profesor Dou que no la considerara y que pusiera allí un punto, que denotaba a una letra desconocida. El resto de las letras seguras del papiro se han considerado como tales.

Por otro lado se ha utilizado como base la misma esticometría (longitud de cada línea de la columna del texto) de mi identificación, es decir con el mismo número de espacios o letras y con un cambio de entre 20 a 23 letras, pues siendo letras que se hacen a mano no siempre su cantidad es constante en cada línea.

La primera hipótesis simplemente considera el número de letras y su ubicación, sin distinguir ninguna...

Sí. Se trata de un cálculo puramente matemático, sin identificar ninguna letra... Al hacerlo, la probabilidad de que se encuentre un arreglo que convenga al 7Q5 es de 1 contra 36 mil billones. Para entender esto se puede explicar que cuando se tira una moneda al aire la probabilidad de que salga cara es 1 contra 2. Así, la probabilidad en este caso es 1 vez entre 36,000’000,000’000,000 de posibilidades.

Esta cifra se reduce, es decir que la probabilidad es mayor, cuando se atiende al conjunto de letras de un texto expresivo literario, que es diferente de la hipótesis anterior de un texto inexpresivo matemático.

En el caso de un texto expresivo literario hay más probabilidades que en el caso anterior de que el fragmento 7Q5 coincida con otro texto diferente de Marcos...

Sí, pero la probabilidad en este caso es de 1 contra 900 mil millones... es decir que no hay realmente ninguna. Se trata de 1 vez entre 900,000’000,000 de opciones. Esto es seguro, porque entre este conjunto de miles de millones, matemáticamente hablando, es absurdamente imposible que pueda encontrarse una identificación, porque ésta es única y es con Mc 6,52-53.

Tanto en el primer como en el segundo caso, el asunto es científicamente seguro. Todos los detalles de ésta como de todas las hipótesis de trabajo del análisis del profesor Dou estarán consignados en el epílogo de mi próxima obra, como ya dije.

Hay una tercera hipótesis...

Ésta se refiere a una esticometría más larga, pues en el trabajo con las matemáticas buscamos agotar todas las posibilidades de variación. En este caso la probabilidad de una identificación del 7Q5 con un texto que no sea el de Marcos es de 1 contra 430 billones. Se trata de 1 vez entre 430’000,000’000,000 opciones. Nuevamente el resultado es muy claro.

Incluso hay un resultado más...

Los análisis del profesor Dou lo llevan a afirmar que en el caso de descubrirse en el futuro cualquier documento con el que el fragmento 7Q5 pudiera identificarse, ese documento y Mc 6,52-53 serían textos no independientes. Es decir que, eventualmente, cualquier otro texto que se descubra susceptible de sustentar una identificación del 7Q5 tendrá que ver con dicho pasaje de Marcos. Todo esto va a salir en el libro.

Usted se siente íntimamente convencido como científico de que su identificación es cierta...

Ahora sí, al comienzo no estaba tan firmemente convencido. Era una hipótesis muy probable. Ahora sí estoy seguro.

Dejando de lado el tema de la identificación propiamente tal del texto, acerca de la datación del texto...

La datación la hizo Roberts, el gran paleógrafo de Oxford. Quizás ahora van a poner más dificultades al respecto, pero hasta el momento nadie se había molestado. El profesor Fitzmyer decía en un artículo que como no se puede cambiar la datación, no han de aceptar la identificación del 7Q5. Ahora, como no se puede cambiar la identificación, han de buscar cambiar la datación.

¿Habría la posibilidad de utilizar el método del Carbono 14 para precisar la datación?

No, es imposible, porque habría que quemar el papiro... En pedazos de papiro más grandes sí es posible hacerlo, pero en este caso implicaría la pérdida total del mismo.

En relación al mismo tema de la datación, hay algunos, entre ellos el ya mencionado investigador K. Aland, que afirman que el papiro debía ser posterior al año 50.

El profesor Aland no era paleógrafo, o sea que con gran respeto a sus trabajos de crítica textual, en el campo de la paleografía prefiero otras opiniones.

Además existe un problema de por medio que es el paso del rollo al códice, ¿podría usted explicar algo de esto?

En el Simposio de La Sorbona, en París, realizado hace unos pocos años, recuerdo exactamente que los especialistas se pusieron de acuerdo y se puede decir que hacia el año 80 d.C. se dio el paso del rollo al códice; no matemáticamente, sino poco a poco se fue cambiando y cambiando, hasta que finalmente se pasó al códice, sobre todo para facilitar la difusión del Nuevo Testamento. Era más fácil enviar libros, códices, que rollos, complicadísimos de ser manejados.

En el caso del papiro 7Q5 tenemos un pedazo de rollo, lo que implica que sea anterior al año 80 d.C., que fue cuando éstos dejaron de ser utilizados...

En realidad anterior a cuando se cerraron las cuevas de Qumrán, hacia el año 68 d.C. O sea que ya por arqueología y por historia, por precisión histórica, este fragmento 7Q5 es muy antiguo.

Entre los métodos paleográficos, ¿cuáles se utilizaron para datar el papiro antes del año 50 d.C.? ¿Qué tiene que ver el llamado Zierstil (“estilo elegante”) con todo esto?

Cada estilo paleográfico (estilo de escritura) tiene un nacimiento, un desarrollo y una muerte. Es en base a estos estilos y a sus ciclos de vigencia que se puede saber la datación de un manuscrito. La datación la realizó el profesor Roberts, de Oxford, muy reconocido como ya he dicho. Otro profesor, uno de gran categoría de Italia, cuyo nombre no menciono porque me lo dijo confidencialmente –no tenía interés en que saliera su nombre en esta cuestión– sostuvo: “Como máximo este papiro es del año 50 d.C.”. El que me dijo esto es para mí el mejor paleógrafo bíblico del mundo.

Es decir que paleográficamente el papiro 7Q5 tiene un estilo que está determinado entre un rango de años y por eso es posible datarlo...

Sí, este rango de años va del 50 a.C. al 50 d.C.

Puede ser que este estilo tenga una ramificación, pero hay que tener en cuenta una cosa: algunos de los papiros de la cueva 7 de Qumrán tienen rasgos que son muy interesantes, se encuentran rasgos paleográficos de los papiros de Herculano, de Italia. Entonces tal vez aquéllos se escribieron en Roma... En fin, hay una serie de cosas muy interesantes, enigmáticas todavía.

¿Tendrá que ver eso algo con la inscripción que se encontró en el ánfora de la cueva 7, que decía “Roma”?

Esto lo afirman algunos. Yo no soy técnico en ese campo y no me atrevo a sostenerlo. Gente más autorizada lo podrá decir. Esto mismo nos lo sugirió un profesor del Pontificio Instituto Bíblico, pero en cambio el destacado especialista en Qumrán Yigael Yadin dijo que no, que se ponía solamente el nombre del propietario o el contenido, mas no el origen geográfico... Pero a lo mejor el contenido era: “manuscritos de Roma”. Se trata de algo que está abierto a la investigación.

Al hablar del 7Q5, ¿ante qué estamos? ¿Ante un trocito del Evangelio de San Marcos? ¿De qué versión del mismo? ¿De una fuente de Marcos?

Esto no lo sé. Algunos dicen que es fuente. El hoy cardenal Martini sostuvo algo al respecto e incluso, creo, lo publicó: habiendo un cambio de sección (entre los versículos 52 y 53 del capítulo 6 del Evangelio de San Marcos), es un texto ya formado. Hay un parágraphos, un hueco en blanco, que implica un punto y aparte. Pero, una vez más, eso sale de mi especialidad y por ello no puedo opinar. Otros lo dirán.

También hay otras señales que permiten hacer esta identificación con Marcos, por ejemplo el uso reiterado de la palabra “kai” (en castellano “y”), si no me equivoco...

Bueno, claro, es que no hay autor clásico que empiece un párrafo con “kai”, como es el caso del papiro 7Q5. Éste comienza una sección en el versículo 53. Y si se tiene en cuenta que en Marcos más del 90% de las perícopas empiezan con “kai”, mostrando un griego muy vulgar –que también hay que decir que es propio del Evangelio de Marcos–, los argumentos en favor de la identificación aumentan.

La verticalidad de las letras, el detalle del parágrafo, el “kai”, el mismo hecho de que sea una lectio brevior (una lectura más breve debido al asunto del “epi ten gen”)... todos estos hechos llevan a O. Montevecchi a afirmar que si no hubiera esto, dudaría de que el papiro fuera antiguo.

Hablemos un tanto sobre las reacciones, como por ejemplo la del profesor Ravasi, quien mostrando desconocimiento del tema afirmó, respondiendo a la propuesta de identificación del 7Q5 con el mencionado pasaje de Marcos, que se trataba de un papiro con letras hebreas. ¿Qué hace que pueda darse esa falta de objetividad?

Esto en vez de preguntármelo a mí, pues habría que preguntárselo a él.

¿Usted no se ha hecho ninguna idea sobre el asunto?

Es que esta ligereza es algo increíble... Ravasi, que es un hombre muy competente en algunas cosas, ¡ni siquiera parece haberse dignado ver el papiro! Aparece clarísimamente “kai”, aparece clarísimamente la tau, aparece clarísimamente también “nnes”... ¡Y dice que esto es hebreo!

¿No ve usted en esto, en el fondo, una discusión entre preconcepciones de pensamiento exegético?

Pues parecería que sí. Aquí hay un trasfondo de escuelas o mejor de posiciones. Claro que lo veo... La gente eminente del mundo que tiene su posición científica y demás, ¿cómo iba a cambiar por la propuesta de un joven desconocido en el campo bíblico internacional? En el papirológico yo era conocido, pero en el campo bíblico no. Si no se es un papirólogo de verdad, verá cosas o no verá cosas superficialmente...

¿Qué le dice a usted que las críticas provengan más de los exegetas que de los papirólogos, siendo que aquél no es propiamente su campo?

Lo que dice Herbert Hunger, quien ha sido Director de la colección de papiros de la Biblioteca Nacional de Austria, entidad de la mayor importancia para la papirología, tiene mucho de razón: Yo no hablo ni como teólogo ni como biblista, hablo como científico y papirólogo, y como científico digo que O’Callaghan tiene razón.

Lo que dice O. Montevecchi también es importante: Esto no quita ni pone nada, pues aunque no sea este papiro de San Marcos, el cristianismo no pierde nada.

Y ahora también se debe tener en cuenta a los que se oponen a la identificación que propongo. Que frente a sus prejuicios hagan gala de una más ecuánime y científica apreciación de las cosas.

Aun cuando su trabajo sobre el 7Q5 no es un intento apologético, aun así tiene consecuencias importantes para el anuncio de la fe en nuestro tiempo, sobre todo en lo que se refiere a la historicidad de los Evangelios. ¿Cómo ve usted esto?

Una cosa es que yo como sacerdote me alegre mucho, pero otra cosa es que un sacerdote haya llevado el agua a su molino. Cuando hacía una consideración final, ahora tras haber discutido y hablado con rigor científico, encontraba que como sacerdote estoy encantado de la vida, más aún considerando que mi lucha inicial fue muy difícil –yo había pasado entonces las primeras votaciones para seguir como catedrático en el Pontificio Instituto Bíblico y me lo jugaba todo como científico; era muy arriesgado para mí meterme en el asunto del 7Q5–. Y es que soy un convencido de que la investigación de la verdad necesariamente lleva a Dios, Quien es la Verdad. Ahora como sacerdote, es cierto, no podía minimizar mi expectativa de que la identificación del 7Q5 con Marcos fuera verdadera, pero en ningún momento hice apologética, porque repito que trabajar así sería inaceptable. Tras los resultados finales de la investigación estoy encantado de que esto haya sido verdad. Esto no lo puedo negar.

¿Y qué consecuencias prácticas le ve usted? ¿Cree que es una puerta para que algunas personas vuelvan los ojos a la fe?

Bueno, esto lo verá cada uno. Yo no sé qué va a hacer la gente. Pero si esto se acepta, por la misma solidez científica que tiene, papirológica, matemática, creo que puede ayudar a que algunos puedan decir sí. Yo repito sin embargo mil veces lo mismo: este papiro no me ha aumentado en lo más mínimo la fe, porque mi fe está por encima de todos los pápiros y códices. Pero la fe supone la racionalidad humana, por consiguiente estoy contento de que la identificación que propuse pueda afirmarse con certeza.

Finalmente, si usted vuelve ahora su mirada hacia atrás, ¿qué lectura hace de esto que ha llamado una “aventura científica”?, ¿cómo ve las cosas a la luz de los años?

Bueno, ha sido todo. Ha sido bendición, ha sido prueba, ha sido calvario, ha sido gloria, han sido momentos intensos... Pero ante todo ha sido el esfuerzo de servir a Dios y a la Iglesia desde mi ministerio sacerdotal y mis estudios científicos.

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5 dic 2008

Filipinas hispánica




Radiomensaje de Su Santidad Pío XII a la clausura del II Congreso Mariano Nacional de las Islas Filipinas (Domingo 5 de diciembre de 1954)*

Venerables Hermanos y amados hijos que, en la ciudad de Manila, clausuráis el II Congreso Mariano Nacional de las Islas Filipinas:

Como el ágil viandante que, al remate de una feliz jornada, vuelve a sus espaldas los ojos y se deleita con la contemplación de la magnífica ruta recorrida, mientras que, con el corazón rebosando de gozo, se apresta para el último paso que ha de ponerle en la cercana meta; así Nos, en la inminencia de la clausura del Año Mariano, no podemos menos de manifestar una vez más Nuestro contento por las muchas gracias que él ha procurado a la humanidad, por el honor que de él ha redundado en favor de la Reina de cielos y tierra y, sobre todo, por la gloria que de ello se le ha seguido a su Dulcísimo Hijo, Jesucristo Nuestro Señor: «soli Deo honor et gloria» (1Ti 1, 17).

Y de la misma manera que las ondas —del éter, del aire o del agua— transmiten la vibración recibida y la llevan en sus alas impalpables hasta los últimos extremos; así también, al anuncio del Año Mariano desde esta Eterna Ciudad, hemos podido ser testigos de una conmoción que, esparciéndose en oleadas de fervor y de entusiasmo, ahora —como eco último proveniente casi de nuestros mismos antípodas— Nos parece que nos retorna de nuevo en ese magnífico Congreso Mariano vuestro, que deseamos hacer notar: primero, por la sentida espiritualidad de que habéis sabido penetrarlo —esos triduos de preparación interior, ese rezo continuo del Rosario, día y noche, durante las 120 horas del Congreso— ; luego, por la fecundidad de los temas estudiados —Maternidad de la Virgen, Inmaculada Concepción, Asunción de María— ; y, finalmente, por su profunda significación.

Efectivamente, no son tan sólo las Islas Filipinas un país maravilloso, repartido en millares de islas de frondosa vegetación, de volcanes ardientes, de estirpes las más diversas, como si el mar hubiese florecido y se hubiera transformado en encantador vergel; sino que vuestro pueblo, situado —como Nos a su tiempo pusimos de relieve [1], — en un «punto vital del globo terráqueo», representa en el sudeste asiático la única gran nación católica que, por su posición como barrera natural entre dos inmensos mares, zona de fricción de civilizaciones y de gentes, nudo vital de rutas y de corrientes, no puede menos de estar llamado a desempeñar un papel providencial en el teatro de la historia.

Por eso el ímpetu evangelizador y colonizador de la España misionera, uno de cuyos méritos fue el saber fundir en una ambas finalidades, no pudiéndose contener ni siquiera en las inmensidades del Mundo Nuevo, saltó aquellas cordilleras inaccesibles, se lanzó a las soledades del Pacífico y llegó de arribada a vuestras playas, enarbolando una Cruz sobre el pendón morado de Castilla; la primera misa en Butrian el 30 de Marzo de 1521; los primeros religiosos de la familia agustiniana el 13 de Febrero de 1565 ; y, en esta última expedición, aquel gran Legazpi, «el gobernador más celoso de la honra de Dios [y servicio del Rey de cuantos ha conocido el mundo]», y aquel genial Urdaneta, primera planta de una generación apostólica, a cuya sombra se plasmó el alma nacional de vuestro pueblo.

Conquista principalmente pacífica, fusión de estirpes, que sólo la fuerza aglutinante de la religión pudo realizar con misión maternal, sólo el aliento unánime de una fe, profundamente arraigada, pudo mantener entre tantas vicisitudes; y muy en el centro de todo, una devoción, un cariño a una Madre amadísima, sin el cual quedaría como vacía esa alma nacional filipina que no ha sabido nunca separar a la Madre del Hijo.

¿No llevan acaso el nombre de la Virgen muchas de vuestras ciudades: Santa María, la Concepción, Nuestra Señora de los Ángeles? ¿No están a Ella consagradas las cumbres de vuestras montañas: la Sierra Madre, la cima de la Madre de Dios? ¿Y cuántas de vosotras, amadas hijas que Nos escucháis, no os honráis, con su nombre; cuántos de vuestros hogares no tienen su imagen colocada en lugar preferente? ¿Ante quién cantáis en Cuaresma vuestras tonadas de pasión; o a quién vais a acompañar la mañanita de Pascua en el «Santo Encuentro»? Apuntará Mayo; y entonces ¿a quién dedicáis vuestras «flores»? Y al caer de la tarde, en vuestros pueblos y aldeas, resuenan las calles con las dulces melodías de los dolores y gozos de María, acompañados por el «banjo»; mientras que de las persianas entornadas sale de los hogares la suave cadencia del Avemaría repetida y repetida en el rezo del Santísimo Rosario, la devoción nacional filipina, la que a veces ha llegado a ser el último vínculo que ha mantenido la unión, la fe de los cristianos en cualquier islote septentrional, tan lejano que quedaba casi perdido en la bruma, tan remoto que no había visto al misionero hacía años y años!

¡Filipinas, Reino de María! ¡Filipinas, Reino del Santísimo Rosario! Acudid, acudid, a este trono de gracia, a esta devoción salvadora, porque la tempestad ruge no lejos de vosotros; teneos firmes en la santa fe de vuestros padres, la que habéis recibido con la primera leche, como firmes se tienen vuestras islas, aunque las sacudan los terremotos y las azoten las olas embravecidas; y no dejéis que se apague jamás en vuestras almas ese santo fuego de amor a vuestra Madre celestial, como no se apagan esos volcanes que de cuando en cuando manifiestan el ardor que vive bajo vuestro suelo.

Por misión providencial contáis, come base de vuestra estructura nacional, con una variedad de gentes, que parecen tener en común la viveza del ingenio, la bondad del carácter y una inclinación natural a lo honesto y a lo recto; sobre ello quiso el Señor sembrar una excelente semilla, que de alguna manera os entronca con el robusto árbol de las naciones hispánicas; hoy, finalmente, crecéis y prosperáis al calor de corrientes nuevas, de cualidades riquísimas, llamadas a desempeñar una parte importante en la historia contemporánea. Abrid vuestras almas a lo nuevo, pero conservando la vieja fe; organizad vuestra naciente nacionalidad, pero dando el debido puesto a los valores cristianos; reafirmaos en lo vuestro, pero sin desgajaros del tronco que os dio la vida del espíritu. Haciendo así, os apropiaréis, en cada cosa, de lo mejor y estaréis dispuestos a ser, en el Extremo Oriente, faro de vida cristiana, columna y fundamento de un edificio, cuya grandiosidad no es posible prever.

Para sede de vuestra Asamblea os ha abierto los brazos generosos, apenas cicatrizadas sus recientes heridas, la hermosa Manila, recogida en el centro de su grandiosa bahía, como perla en su concha, coronada de montañas y regada por el caudaloso Pasig y sus muchos afluentes, que dan a la campiña circunstante admirable riqueza y fertilidad ; también Manila tiene su gloria en su Virgen de la Guía, providencialmente encontrada —narran las crónicas— aquel 15 de Mayo de 1571, en que escribió la primera página de su historia. Que Ella escuche vuestras ardientes plegarias; que las oiga igualmente Nuestra Señora de Caysasay, la prodigiosa imagen, para la que vuestra generosidad filial ha preparado esa preciosa corona, que ceñiréis a sus sienes en el mismo día centenario de la Definición dogmática; pero que acoja benigna vuestras lágrimas sobre todo esa «Reina de la paz» que habéis invocado en vuestra Asamblea general, era «Reina de la Paz» a la que Nos también de continuo dirigimos Nuestras súplicas, para que aleje del mundo el espantoso azote, que vosotros no hace mucho habéis, tan dolorosamente, experimentado. Y aunque hayamos de reconocer toda la buena voluntad que sea necesario en los regidores de los pueblos, estamos sin embargo plenamente convencidos de que sólo en la vuelta a Jesucristo, a su Reino y a su doctrina, —sólo en esa vuelta— está la vía segura para conseguir la deseada paz.

Que las mejores Bendiciones del cielo, de las que quiere ser prenda y anticipo la Bendición Nuestra, pongan el sello a vuestro Congreso; Bendición para Nuestro dignísimo Cardenal Legado, que os ha traído el aroma del incienso de fe, que arde en el «botafumeiro» santiagués, aroma de familia, bien conocido por vuestras almas; para Nuestro Venerable Hermano el Señor Arzobispo de Manila; para todos los Prelados, sacerdotes y religiosos presentes; para todas las Autoridades y pueblo, aquí reunidos; y para todas esas amadísimas Islas Filipinas, avanzada de la Iglesia en dos océanos. Sean las ondas del éter portadoras de esta Bendición, que quiere llegar hasta el último arrecife donde alguien escuche Nuestra voz, donde un hijo conmovido oiga acaso el acento de su conmovido Padre.

Notas

* Fuente: Página oficial de la Santa Sede; AAS 46 (1954) 718-721.


[1] Discurso al primer Embajador de la República de Filipinas, en Disc. y Radiom., 4 de junio de 1951 y AAS 43, 440-442.

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20 nov 2008

Un soneto anónimo y el error de Miguel de Molinos



S.S. el Papa Inocencio XI

Presentamos dos textos: un soneto anónimo y el séptimo error quietista de Miguel de Molinos, condenado por S.S. el Papa Inocencio XI mediante Decreto del Santo Oficio de 28 de agosto y la Constitución Coelestis Pastor, de 20 de noviembre de 1687.

El católico ha de creer que «todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe católica; y el que no la guardare íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre». (Símbolo «Quicumque», que se llama «Atanasiano»: Dz 39, DS 75).



Ahora bien, «no es bastante para los sabios católicos aceptar y reverenciar los predichos dogmas de la Iglesia, sino que es menester también que se sometan a las decisiones que, pertenecientes a la doctrina, emanan de las Congregaciones pontificias». (Beato Pío IX, Carta Tuas libenter, al arzobispo de Munich-Frisinga, de 21 de diciembre de 1863: Dz 1684; DS 2880).


SONETO A CRISTO CRUCIFICADO (ANÓNIMO)

No me mueve mi Dios, para quererte,
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por esto de ofenderte.

Tú me mueves Señor, muéveme el verte,
Clavado en esa cruz y escarnecido,
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
Muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin tu amor y en tal manera
Que aunque no hubiera cielo yo te amara
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
Pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero, te quisiera.

MAGISTERIO DE S.S. EL PAPA INOCENCIO XI (1676-1689)

Errores de Miguel de Molinos [*]

Condenados en el Decreto del Santo Oficio de 28 de agosto y en la Constitución Coelestis Pastor, de 20 de noviembre de 1687 (DuPl III, II 357 ss; Viva I 557 a ss; BR (T) 19, 775 b ss; MBR 10, 212 b ss):

7. «El alma no debe pensar ni en el premio ni en el castigo, ni en el paraíso ni en el infierno, ni en la muerte ni en la eternidad». (Dz 1227, DH 2207)

68. «[...] Condenadas como heréticas, sospechosas, erróneas, escandalosas, blasfemas, ofensivas a los piadosos oídos, temerarias, relajadoras de la disciplina cristiana, subversivas y sediciosas respectivamente». (Dz 1288, DH 2268).

Nota

[*] Miguel de Molinos, bautizado el 29 jun. 1628, en Muniesa (Teruel, Reino de Aragón, España) esparció en sus opúsculos y cartas los errores del llamado quietismo y por ello fue finalmente encarcelado en un monasterio, donde, fortalecido por los sacramentos de la Iglesia, murió el año 1696.

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13 nov 2008

Xavier Léon-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica



Léon-Dufour, Xavier, «Vocabulario de Teología Bíblica»

Dirigido por Xavier Léon-Dufour, Jean Duplacy, Augustin George, Pierre Grelot, Jacques Guillet y Marc François Lacan. Herder, Barcelona 1966, 871 pp. (Tít. orig.: «Vocabulaire de théologie biblique», Les éditions du cerf, Paris 1964).

I. CONTENIDO DE LA OBRA

A las primeras páginas –que contienen el cuadro de colaboradores, el índice general y un prólogo– sigue la Introducción (pp. 15-35) preparada por X. Léon-Dufour y P. Grelot, en donde se señala la orientación que se ha querido dar al Vocabulario. Siguen las voces por orden alfabético.

Todos los artículos tienen un esquema parecido:

1º. Una breve introducción donde se señala la diferencia o relación del pensamiento religioso bíblico con otras religiones antiguas; a veces, lo que se especifica es el estudio semántico del término, o su importancia, etc.

2º. El cuerpo central sigue el esquema común a este tipo de libros: estudio del término en el Antiguo Testamento y, a continuación, en el Nuevo Testamento, tratando de resaltar su importancia en la Nueva Economía. Al tratar el tema en el Nuevo Testamento suele concluirse con la dimensión escatológica en las voces que se prestan a ello.

3º. Al final se remite a otras voces relacionadas con el tema.

En la elaboración del Vocabulario han participado 70 colaboradores. Sin embargo, la mayoría de los artículos llevan la firma –sola o compartida– de cuatro de ellos: X. Léon-Dufour, P. Grelot, J. Guillet y M.F. Lacan.

Los dos primeros han dado además la orientación a toda la obra, ya que, como se afirma en el prólogo, se ha pretendido dar al Vocabulario un carácter común y uniforme. La última revisión corrió a cargo de X. Léon-Dufour, con la ayuda de P. Grelot (cf. p. 9).

II. VALORACIÓN TÉCNICA Y METODOLÓGICA

El objetivo que se propone el libro es presentar «un conjunto de síntesis al servicio de la pastoral», y «una iniciación en el lenguaje de la Biblia con miras a abrir los caminos para una teología bíblica». En la Introducción se señalan las líneas maestras que van a dar unidad a todo el Vocabulario, y de ahí el interés de analizarlas con un poco más de detenimiento.

Comienza Léon-Dufour explicando lo que entiende por teología bíblica: «cuando la teología limita su estudio al contenido inmediato de los libros inspirados tratando de escuchar su voz, de penetrarse de su lenguaje, en una palabra, de hacerse eco directo de la palabra de Dios, entonces es bíblica en el sentido estricto del término» (p. 15). Esta teología bíblica se construye captando la continuidad orgánica y la coherencia inteligible que asegura la unidad de teologías menores, entre las que enumera la «historia yahvista y la historia deuteronomista, la tradición sacerdotal y la tradición sapiencial, los evangelios sinópticos, la doctrina paulina y la de la epístola a los Hebreos, el cuadro apocalíptico de Juan y el cuarto evangelio» (p. 15).

Tanto la síntesis como la terminología resultan algo confusas. En efecto, si por «hacerse eco directo de la palabra de Dios» debe entenderse –como parece– usar como medio de investigación únicamente los métodos histórico-críticos, o una cierta intuición personal, prescindiendo del Magisterio y de la Tradición, habría que deducir que la teología, para ser bíblica, tiene que dejar de ser teología.

Al preguntarse por el principio de unidad de la Biblia, responde que «la fe es la que transforma en un todo orgánico los diversos libros del Antiguo y del Nuevo Testamento» (p. 16). Es una respuesta imprecisa y que el contexto mismo hace errónea. Efectivamente, la unidad de los Libros Inspirados no se explica –al contrario de lo que dice Léon-Dufour desarrollando la afirmación anterior– ni porque Cristo esté en el centro de ellos –aunque esto sea cierto–, ni porque los hagiógrafos, al reconocer las intervenciones de Dios en la historia, hayan tenido una cierta unidad mental, y haya una «unidad de espíritu que a todo lo largo de la Biblia anima las tradiciones y las concepciones religiosas» (p. 17). El autor omite el principal motivo de unidad en los Libros Sagrados: su único Autor, Dios. Además, con todos esos conceptos vagos e imprecisos, parece reducir la Inspiración a una especie de sentimiento interior meramente humano, que de modo misterioso se dio en los hagiógrafos, y que les llevó a escribir con una cierta afinidad mental.

A continuación, Léon-Dufour plantea el tema del valor que tienen actualmente las expresiones usadas en la Sagrada Escritura, y la necesidad o no de desmitizar el lenguaje para llegar a la esencia de la Revelación. Las explicaciones parecen prescindir por completo del hecho fundamental de que esas expresiones bíblicas son inspiradas por Dios.

P. Grelot, por su parte, quiere dar una visión de conjunto Historia literaria de la Biblia: pp. 24-355, del modo como se formó la colección de los Libros Sagrados. En toda su descripción, además de utilizar una terminología algo extraña, parece ignorar por completo los testimonios externos de la transmisión de los textos –manuscritos, tradición judía y cristiana, etc.– y atenerse exclusivamente a las aportaciones de la crítica interna. Es un modo poco científico de proceder.

Así por ejemplo, al hablar del Antiguo Testamento, dice que:

1º. Lo primero es una tradición oral –en torno a documentos escritos u obras literarias con formas bien definidas–, que no toma cuerpo literario sino después de la Monarquía davídica.
2º. Prácticamente todos los Libros Proféticos son composiciones de muy diversos autores y épocas.
3º. Habla de libros desarrollados a partir de «tradiciones inverificables» (Rut, Jonás).
4º. El libro de Daniel se escribe alrededor del año 165, y Ester y Judit son también –como Macabeos– de esta época final del Antiguo Testamento; etc.

Al referirse a la autenticidad y fecha de composición de los libros del Nuevo Testamento, dice que:

1º. «Los escritos de la época apostólica derivan» en alguna manera del «testimonio de los encargados por Jesús de transmitir el mensaje».
2º. El redactor de II Petr. vivió bastante distante de la época apostólica, y «el testimonio de Pedro no resuena en ella sino en forma mediata, a través de la composición de un discípulo» (p. 34).
3º. Confusamente se dice que la epístola a los Hebreos fue incluida por la tradición antigua en el corpus paulino, si bien su redactor tiene origen alejandrino, aunque es anterior al 70.
4º. Los escritos de San Juan «se relacionan con la tradición del Apóstol Juan», y el cuarto Evangelio, en concreto, es obra de sus discípulos.
5º. Señala como fechas de composición para el Evangelio de San Marcos entre el 65 y el 70 a base de una documentación mucho más antigua, y para el de San Lucas la década siguiente...

Todo lo cual se aleja abiertamente de la Tradición de la Iglesia y de las respuestas de la Pontificia Comisión Bíblica a propósito del tema (cf. Dz 2148-2152 [3561-3567]; 2155-2163 [3558-3576]; 2166-2175 [3581-3590]; 2176-2178 [3591-3593].

En resumen, hay que hacer serias reservas a esta Introducción, que pueden extenderse al resto del libro:

1º. No se reflejan con la suficiencia debida –ni se hace mención de ellas en ningún momento– las reglas propias de la exégesis católica (Magisterio, Tradición, analogía de la fe).

2º. Los conceptos de Inspiración e Inerrancia se utilizan vacíos de su contenido dogmático. Como consecuencia parece que la Biblia se estudia como una obra simplemente literaria, dando por supuesta la posibilidad de error.

3º. Los presupuestos de formación, autenticidad e historicidad de los Libros Sagrados son bastante arbitrarios. Se olvida que los datos de crítica interna –que aquí parecen considerarse como indiscutibles, cuando muchas veces no son ni siquiera probables, y basados en los principios racionalistas del protestantismo liberal–, en lo que se refiere a cuestiones de autenticidad o de fechas de composición, a lo más sirven para confirmar los datos de los testimonios externos. Como muchas consideraciones de los artículos se apoyan en estas premisas sobre la «génesis literaria» de los Libros, hay un vicio científico de fondo en el Vocabulario, que lo desacredita notablemente.

4º. La noción de teología bíblica de los autores –espina dorsal de la composición del Vocabulario– merma el concepto de teología como ciencia de Fe, y lleva a que los artículos, en general, estén mal enfocados tanto en método como en contenido.

5º. La terminología resulta confusa e imprecisa.

III. VALORACIÓN DOCTRINAL DEL VOCABULARIO

Además de los aspectos de fondo puestos de relieve en el apartado anterior y que se manifiestan en el contenido de los distintos artículos, deben hacerse también serias reservas a muchas de las principales voces del Vocabulario. Citaremos sólo algunas más significativas:

«Adán», de X. Léon-Dufour; «Alianza», de P. Grelot; «Alma», de X. Léon-Dufour; «Confesión», de P. Sandevoir; «Creación», de P. Lamarche; «Demonios», de P. Grelot; «Escritura», de J. Guillet; «Eucaristía», de P. Benoit; «Jesús», de J. Guillet; «Mesías», de P. Grelot; «Muerte», de P. Grelot; «Penitencia», de P. Grelot; «Resurrección», de P. Grelot; «Sacerdocio», de A. George; «Sacrificio», de Ch. Auret; «Unción», de I. de la Potterie.

ALGUNOS AUTORES

Xavier Léon-Dufour. Ha participado de modo más directo en la elaboración de 46 artículos. Indirectamente, como hemos indicado al principio, ha intervenido en la confección de toda la obra. Nos referiremos ahora sólo a dos voces, que sobresalen por su oposición a la verdad de fe.

P. Grelot. En sus aportaciones se halla recogido un buen material de textos del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, y en algunos de los artículos hay una buena estructura, con ideas interesantes y sugestivas. Sin embargo, también han de hacerse serias reservas a muchas de las voces que llevan su firma. Aquí nos referiremos sólo a algunas de ellas, y dentro de cada una a algunos puntos de particular interés.

J. Guillet. Es uno de los directores del Vocabulario, y colabora en numerosos artículos. Señalamos algunos aspectos que llaman especialmente la atención.

ALGUNAS VOCES

[1] «Adán», de X. Léon-Dufour (pp. 43-45).


Es poco clara la afirmación de la existencia de una sola primera pareja de hombres, y parece negarla. Así, por ejemplo, dirá: «En un primer esfuerzo por pensar la condición humana, el yahvista, convencido de que el antepasado incluye en sí a todos sus descendientes, anuncia a todo hombre como el Hombre que pecó» (p. 44).

[2] «Alianza», de P. Grelot (pp. 54-61)

Llama la atención que, sin preámbulos explicativos, se comience hablando de la Alianza del Sinaí, sin mencionar las precedentes (Protoevangelio, Noé, Abraham). Esto encuentra su explicación en que el autor parece considerar el Pentateuco como fruto de diversas «reflexiones» y «reelaboraciones» ya sea de los profetas o de los «historiadores sagrados» («yahvista», «escriba deuteronomista», «historiador sacerdotal»). Por esta concepción, en lugar de estudiar la voz según el orden cronológico en que Dios ha intervenido en la historia, tal y como se relata en los Libros Inspirados, sigue el orden en que –según él– se fueron formando las reflexiones y elaboraciones que constituyeron el Pentateuco tal y como ha llegado hasta nosotros.

[3] «Alma», de X. Léon-Dufour (pp. 62-65)

Para el autor, en la Sagrada Escritura los términos alma, cuerpo, carne, son realmente sinónimos y designan todos al hombre entero. La diferencia conceptual estriba en el ángulo visual con que se quiere designar al hombre. En el artículo esta perspectiva resulta difícil de definir, debido a la imprecisión terminológica con que está redactada la voz.

Parece que se hace caso omiso –olvidando que es al Magisterio a quien corresponde interpretar la Sagrada Escritura– de la doctrina definida sobre el alma como coprincipio espiritual e inmortal, creado e infundido por Dios en el cuerpo del cual es realmente distinta (cf. Dz 738 [1440]; [3771]; 428 [800]; 1783 [3002]).

Consecuencia de la identificación del alma con el hombre total, y de una confusa distinción –que se realiza «en lo más íntimo del ser humano, allí donde sólo la palabra de Dios puede tener acceso»– entre el alma (psyke, principio de vida) y el espíritu (pneuma) que es su fuente, es la afirmación de que cuando el hombre muere, el alma tampoco vive en el «seol» sin su cuerpo. Refiriéndose a las citas del libro de la Sabiduría sobre la composición del hombre de alma y cuerpo, dirá que este libro, debido a «un cierto baño helenista» que posee, utiliza ocasionalmente términos que provienen de la antropología griega, y que si se hace distinción en él entre alma y cuerpo, no es para concebir una verdadera existencia del alma separada. Todas estas afirmaciones resultan tanto más graves, cuando en la voz «espíritu» tampoco se habla claramente de la inmortalidad.

La resurrección parece concebirse como un volver todo el hombre a la vida, y no una «resurrección de los cuerpos» («En el alma depositó Dios una semilla de eternidad, que germinará a su tiempo», termina el artículo).

[4] «Confesión», de P. Sandevoir (pp. 150-152)

El autor se refiere principalmente a la profesión de la fe.

Al referirse a la confesión de los pecados, comienza diciendo: «La confesión de los pecados a un sacerdote en la forma actual no está demostrada en el Nuevo Testamento». No sabemos el alcance que el autor quiera dar a esas palabras. De todas formas, parece no tener en cuenta para nada la declaración solemne del Magisterio sobre este tema: «Si alguno dijere que el modo de confesarse secretamente a solas con el sacerdote, que la Iglesia católica observó desde el principio y sigue observando es ajena a la institución y mandato de Cristo, y una invención humana, sea anatema» (Conc. de Trento, sess. XIV, can. 6; Dz 916 [1706]).

[5] «Creación», de P. Lamarche (pp. 163-168)

Según el autor, «en la época griega, se llega a la idea explícita de un mundo sacado de la nada» (II Mac. 7, 28). Antes ha dicho que el relato del Gen. 1, 1 hablaría de cómo «en un principio saca Dios el universo (cielo y tierra) del caos primitivo».

Esta exégesis se aleja de la interpretación constante de la tradición, recogida en el documento de la Pontificia Comisión Bíblica del 30-VI-1909 (cf. Dz 2123 [3154]), que ha visto siempre en el relato del Génesis la creación por Dios de todas las cosas de la nada.

[6] «Demonios», de P. Grelot (pp. 185-187)

Dice que en la Biblia se utilizan elementos de creencias populares y del folklore ambiental. El demonio Asmodeo (Tob. 3, 8), por ejemplo, afirma, sin más explicación, que está tomado del folklore persa.

No se hace alusión en el artículo a la tentación de Adán y Eva por el demonio (Gen. 3), ni se deja muy explícita la idea del demonio como tentador del cristiano (cf. Act. 5, 3; I Cor. 7, 5; I Tess. 3, 5; etc.).

Admite, sin explicación alguna, que entre los endemoniados de que habla el Nuevo Testamento, algunos eran simples casos que pertenecen a la esfera de la psiquiatría.

[7] «Escritura», de J. Guillet (pp. 248-250)

Se omiten aspectos importantes. Por ejemplo, no habla de la Inspiración, y no se mencionan II Tim. 3, 16 y II Pet. I, 20-21.

[8] «Eucaristía», de P. Benoit (pp. 268-274)

Este artículo resulta particularmente confuso y ambiguo.

En ningún momento aparecen los términos «Presencia real» y «Transubstanciación». Junto a expresiones correctas «presencia sacramental», «convertirlos en su carne y en su sangre», «paso del pan al cuerpo y del vino a la sangre», utiliza otras especialmente confusas, y que se prestan a múltiples interpretaciones erróneas: «haciendo que el pan y el vino signifiquen la realidad nueva de su cuerpo y de su sangre», «dando al pan y al vino su nuevo sentido, no los explica, sino que los transforma», «preside una comida, en la que las bendiciones rituales confieren a los alimentos un valor de otro orden»..., que parecen referirse más bien a una transignificación.

La voz «Comunión» (de J. Guillet) a la que se remite al final, tampoco resulta clarificadora en este sentido.

[9] «Jesús», de J. Guillet (pp. 390-392)

La afirmación de la divinidad de Cristo queda confusa y velada, y sólo se habla de ella en dos ocasiones: «Pero Dios, que en este niño se ha hecho Emmanuel, “Dios con nosotros”...»; «El evangelio de Juan, el más solícito en subrayar constantemente la cualidad divina de Cristo, en mostrar en cada uno de sus gestos la gloria del Hijo único...». En este sentido no se habla para nada, por ejemplo, de Ioann. 1, 1 (en el Vocabulario no se incluye la voz «Verbo»).

De algunas de las expresiones puede deducirse que es la fe la que hizo a Jesucristo Dios. Así, hablando de la expresión «este Jesús»: «Este demostrativo, expresado o no, traduce casi siempre la afirmación cristiana fundamental, la continuidad entre el personaje aparecido en la carne y el ser divino confesado por la fe». Y en otro lugar: «Sin el menor artificio siguen los evangelistas el movimiento mismo de la fe, que consiste en aplicar a “este Jesús”, al personaje concreto, los títulos salvadores y divinos».

[10] «Mesías», de P. Grelot (pp. 462-466)

Se echa en falta un recorrido más completo del Antiguo Testamento indicando las profecías mesiánicas, y hubiera sido de desear una explicación más clara de cómo en Cristo se han cumplido esas profecías. En la manera en que se estudia este tema, el lector llega fácilmente a la conclusión de que no hay verdaderas profecías.

[11] «Muerte», de P. Grelot (pp. 492-500)

Parece seguir las líneas de Léon-Dufour en lo que respecta al alma y a la escatología intermedia.

Explica de una manera confusa que en las creencias primitivas la muerte –aunque no es un aniquilamiento total– abre al hombre una perspectiva desoladora, y que el Antiguo Testamento, conservando estas concepciones, se quedó a este nivel de creencias hasta una época tardía, debido a que –contrariamente a la religión egipcia– se negó a desvalorizar la vida de acá abajo, para orientar sus esperanzas hacia una inmortalidad imaginaria.

[12] «Penitencia», de P. Grelot (pp. 598-604)

En la única ocasión en que se alude a la penitencia como sacramento, se dice que «sin hablar explícitamente del sacramento de penitencia muestran estos textos que la virtud de penitencia debe tener un lugar en la vida cristiana como prolongación de la conversión bautismal». Se insinúa de modo vago y general que Cristo comunica a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados, sin especificar que ese poder sea uno de los siete sacramentos.

[13] «Resurrección», de P. Grelot (pp. 685-691)

Se afirma que la idea bíblica de resurrección no puede compararse con la idea griega de inmortalidad, en la que el alma es incorruptible e inmortal, mientras que para aquélla la persona humana entera está destinada por su condición presente a caer en el poder de la muerte.

Habla de la resurrección a la manera en que uno se re-incorpora, levantándose de la tierra en que yacía, «como vuelve uno a despertar del sueño en que había caído». Concepciones que no se adaptan a la verdad dogmática de la resurrección de los muertos.

[14] «Sacerdocio», de A. George (pp. 722-728)

El origen divino del sacerdocio queda en el artículo –tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento– muy confuso. De hecho no se hace ninguna alusión a que el Orden sacerdotal sea uno de los siete Sacramentos.

Al hablar de las «participaciones específicas en su sacerdocio» hechas por el Señor a los Apóstoles, no aparece Ioann. 20, 23. No queda clara la dignidad del sacerdocio ministerial, ni su diferencia con el sacerdocio común. El artículo termina con estas palabras: «Este (el sacerdocio ministerial) no constituye, pues, una casta de privilegiados. No hace mella al sacerdocio único de Cristo, como tampoco al sacerdocio de los fieles. Pero, al servicio del uno y del otro, es una de las mediaciones subordinadas, que son tan numerosas en el pueblo de Dios».

[15] «Sacrificio», de Ch. Auret (pp. 728-733)

Al estudiar el tema en el Antiguo Testamento parece atribuir su origen a factores puramente humanos.

Resulta extraño que no aparezca la palabra «Santa Misa» en toda la voz. No se habla claramente de la Presencia real de Cristo bajo las especies eucarísticas, ni del carácter sacrificial de la Misa. El artículo no los niega: pero parece revelador el título de uno de los apartados: «Del sacrificio del Calvario a la comida eucarística».

Como consecuencia de todo lo anterior, se habla del «sacrificio espiritual de los cristianos», sin hacer referencia a su participación en el Sacrificio de la Misa; y no se hace tampoco mención de la función del sacerdocio ministerial en este Sacrificio.

[16] «Unción», de I. de la Potterie (pp. 809-812)

El autor omite decir que la Extremaunción es un verdadero sacramento de la Nueva Ley. Cuando habla del pasaje de Iac. 5, 15, no dice que es la promulgación de este sacramento (cf. Conc. de Trento, sess. XIV, c. 1: Dz 926 [1716]).

IV. CONCLUSIÓN

El Vocabulario –como ya hemos señalado– parte de un planteamiento científico con serios errores de base:

1º. Olvido de las reglas propias de la exégesis católica.
2º. Concepto de Inspiración vacío de su contenido dogmático.
3º. Preponderancia de los datos de crítica interna; etc.

Lógicamente, este planteamiento tiene no pocas repercusiones en el aspecto doctrinal, que resulta muchas veces insuficiente y confuso, y en ocasiones claramente erróneo.

Por la recolección de material puede tener un cierto interés para los profesores de Sagrada Escritura. Pero aun en este caso, conviene leerlo con constante juicio crítico, no sólo para no dejarse llevar por ideas doctrinalmente erróneas, sino para estar atento ante maneras de decir que vacían el contenido de los dogmas, esquemas insuficientes, afirmaciones taxativas que no pasan de ser meras hipótesis, etc. Es desaconsejable como material auxiliar de la pastoral.

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